martes, 24 de abril de 2012

Otro Paraíso



He estado tanto tiempo en este lugar, que, aunque conozco el camino para regresar, no siento las ganas de hacerlo, solo hay algo en mi cabeza, en mi corazón, que te echa de menos, algo al respirar tu aire, al mirar tu cielo, al escuchar tu suave canto… pienso a veces si cuando decida volver estarás aun esperando por mí…
Ayer experimenté un momento de plenitud de esos que he buscado siempre, de esos en los que no hace falta nada más, nada más que tú. Siempre que en este lugar me siento feliz, lo único que extraño es a ti.
Quisiera comprender por qué en este lugar no eres feliz también tú, por qué no podemos conjugarnos tú y yo…  
A veces he pronunciado, sin querer, tu nombre, y he sentido que los recuerdos me invaden, que algo de repente cambia en este paraíso.
Ven y llévame contigo, ven y tómame en tus brazos para no desmayar del dolor por lo que dejaré aquí, por la parte de mí que se arrancará… 

sábado, 7 de abril de 2012

Fin del invierno


Esta vez el café corrió por cuenta de ella, porque ésto la hacía sentir que era quien llevaba el control de aquella incómoda situación.

El suyo, un americano simple, como siempre, él a pesar que sólo deseaba una bebida fría, por la seriedad de la cita, pidió un mocaccino.

Sentados, esta vez, uno frente al otro, aunque habían tenido 25°C durante todo el día, ella sentía un frío intenso que la recorría desde la cabeza y se quedaba en sus piernas al punto de hacerla temblar ligeramente, rodeaba el vaso de humeante café con sus manos inquietas.

Era un lugar tranquilo que nunca antes habían visitado, con música suave, parejas y grupos a su alrededor, todos parecían más felices y relajados que ellos.

Él, con su estilo formal de siempre, llevaba pantalones de un café oscuro, camiseta y chaqueta negras, impecable. Ella con un vestido suelto color beige que hacían notar sus raíces costeñas. 

De su bolso de cuero negro que usaba en sus encuentros nocturnos, de dónde antes había sacado chocolates, libros, vinos, postales, cámaras, perfumes, joya… sacó esta vez una cajita transparente que guardaba una flor, como las que nuestra tierra exporta, naranja y blanca, grande como no se ven típicamente en las florerías. Se la entregó en sus manos apretándolas, regalándole simultáneamente una sonrisa de labios cerrados.

Ella emitió un “gracias” insonoro al mismo tiempo que besaba su mano derecha, era su flor favorita. Una astromelia...

Luego de las preguntas de rigor, de hablar sobre el clima y del café… luego del incómodo  silencio, él tomó la palabra, tartamudeando inicialmente, como queriendo no decir ni una sola palabra no ensayada previamente… le dijo que no podían continuar, que ella iba a volver dentro de poco, que aunque todo era más frío entre ellos dos, ya su vida la había construido, sus sueños, sus planes, que todo era más fácil, que creía que la amaba…

Mientras ella escuchaba todas estas palabras, sintió que el mundo se detuvo, que la música calló, que la alegría de alrededor se congeló…

Ella sólo respondió que sabía que todo eso pasaría y enormes lágrimas rodaron sin ninguna expresión en su rostro, lucía como una fotografía, perfecta, como una pared sin mancha, lisa en la que de pronto una lluvia fugaz la roza un poco sin humedecerla…

Reinó el silencio, ya  ninguno de los dos tenía nada que decir, o nada que pueda cambiar ese triste final. Ambos se levantaron de las sillas, salieron juntos del lugar, en el camino él se acercó, con sus manos secó sus lágrimas, entrelazó su mano y caminaron, al instante que tocaron la calle una lluvia fuerte empezó a caer, la lluvia que despedía abril y el invierno, no hablaron, no se miraron, no sintieron mojarse, solo caminaron por última vez….

La hermosa flor quedó allí sobre la mesa, un niño que se escabullía en el restaurante cuando todos se descuidaban para vender sus caramelos, la tomó e hizo más tarde el negocio del día.

Gracia

Cuando no tenía donde ir, tú me diste un lugar Un lugar entre tus brazos, abrazo que no es fugaz Cuando estaba sucia por mi caminar, me...