viernes, 10 de junio de 2016

El día que perdí mis superpoderes


Yo estaba en el último año de primaria, en la costa ecuatoriana, mi profesora muy estricta y muy honesta al mismo tiempo, para mí había sido otro año de escuela nueva, realmente no recuerdo con exactitud a ninguna niña, a ninguna pude considerar amiga, fui solo como un fantasma ese año, ni buena alumna ni mala alumna, era una escuela de solo niñas.

Ya avanzado el año escolar, llegó de repente, una niña nueva, su nombre era Rosa G., era un poco más grande que el resto de nosotras, su cabello castaño ondulado –esponjoso, había algo en su mirada que no me permitía acercarme a ella, las otras niñas, por el contrario, estaban encantadas por su presencia, las había cautivado, todas querían estar con ella, incluso la maestra la amaba porque demostraba mucho conocimiento, yo nunca pude siquiera hablarle una sola palabra, me parecía que escondía cosas, tal vez eran solo celos.

Después de un tiempo las cosas de algunas niñas en la clase empezaron a desaparecer, borradores, lápices, cuadernos, etc. La maestra hizo una revisión sorpresa para descubrir que Rosa G. era quien estaba hurtando todas estas cosas. Ese día celebré que yo tenía superpoderes, podía reconocer la maldad en las personas, sus malas intenciones, a nadie más se lo dije, ni antes ni después, quería conservarlo para mí. Así como dice el proverbio que acabo de aprender hoy: “El que es astuto no demuestra lo que sabe…” Prov. 12:23. Era el mejor de los superpoderes, era como leer la mente de las personas, pensaba que de esta forma estaría siempre protegida.

Anduve por más de veinte años haciendo uso de mis superpoderes, esquivando a la gente que como Rosa G., muy carismática y encantadora que lograba convencer a todos de su falsa bondad, me fue muy bien todo este tiempo. Pero, hubo un problema, nunca me interesé por saber cómo funcionaba exactamente, no supe cómo lo obtuve, en qué momento, por qué y lo más importante, cómo y cuándo iba a dejar de poseerlo.

No fue sino hace pocos meses que me di cuenta que ya no lo poseía, que mi superpoder se había marchado; cuentan los dichos populares que si tomas demasiada agua de manzanilla por las noches, cada noche en la misma taza y a la misma hora, se puede debilitar cada día hasta desaparecer. Dicen que la manzanilla hace que durante las madrugadas, cuando ya todos están durmiendo, tus superpoderes puedan ser robados, sin que puedas recordar nada y sin que tu cuerpo se sienta diferente. Se dice que de cualquier forma quien los hurte no podrá usarlo jamás, pues están hechos a la medida.  

Juro que no lo sabía!, No sabía lo que la manzanilla podía hacer con mis superpoderes, este, el de leer la mente, era el mejor de todos, el más preciado. Sin embargo, la manzanilla falló un poco en su efecto, puedo recordar entre sueños cuando me fueron robados, pero pensé que eran solo sueños, puedo recordar sentir mi cuerpo diferente, pero pensé que era solo cansancio. Juro que no lo sabía!.


Confirmé que lo había perdido cuando un viernes por la noche empecé a ver en todos, el rostro de Rosa G., y sentí mi cuerpo tan ligero que no pude sostenerme en pie. Ahora me encuentro en el proceso de aprender a vivir sin este superpoder, no sé todavía si algún día pueda recuperarlo, me ha surgido la esperanza que tal vez, más adelante me sean otorgados mejores superpoderes, tal vez, era tan solo tiempo de aprender a usar otros.

Gracia

Cuando no tenía donde ir, tú me diste un lugar Un lugar entre tus brazos, abrazo que no es fugaz Cuando estaba sucia por mi caminar, me...