martes, 11 de septiembre de 2012

Destacar


Habíamos empezado a practicar para la presentación anual del curso de danza de la universidad; yo desde inicios de año cuando supe que tenía que escoger una materia, sabía que no quería estar sudando por correr o adolorida por levantar pesas, sabía que era danza lo que quería, hacer como para calmar esa frustración por no haberme decidido 4 años antes a seguir el camino del arte. Durante las primeras prácticas el profesor había escogido a quienes se destacaban para que fueran en la fila de adelante de la presentación, trabajábamos duro, primero creando la obra, escogiendo vestuario y maquillaje, luego practicando los pasos, recibiendo las sugerencias, regaños y súplicas del profesor para que todo saliera perfecto. Fue muy emocionante cuando a pocos días de la presentación el profesor me hizo formar parte de la fila principal, ya que había; hasta entonces, aprendido los movimientos firmes y compás apropiado.

Nuestro grupo no fue el de los mejores, varias obras mucho más atractivas que la nuestra, parecían de profesionales, sin embargo, ese año de la universidad yo estaba más feliz que nunca y en el día de la presentación me sentí la artista que siempre soñé ser, allí detrás del escenario, con tanto ajetreo, todas las chicas buscando su vestido, los maquilladores apurados por hacer su trabajo en nuestros rostros y cuerpos. Lástima que no tenga una foto de aquellos tiempos.

En momentos como éstos es que necesito traer a la memoria que una de mis cualidades es precisamente que me gusta destacar, no porque quiera parecer mejor al resto de la gente, sino porque me apasiona hacer bien lo que hago, quizá no sea la mejor escritora aficionada hoy, pero espero que todas estas absurdas páginas sirvan para un día escribir mejor.

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